sábado, 20 de diciembre de 2008

“Yo soy el Buen Pastor” (Jn 10, 14)

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“Yo soy el Buen Pastor y conozco a los míos como los míos me conocen a mí” (Jn 10, 14). Yo sé que el Señor me conoce desde que yo no existía, y que yo a él lo estoy reconociendo nuevamente porque un asalariado, me había dispersado y alejado de mi pastor. Ahora vuelvo al rebaño y cuando escucho su voz la reconozco porque es el el que me da la alegría de la vida y que es él el que siempre me cuida y dio SU vida por mis pecados y por cuidarme como la oveja que esta en sus brazos, ese soy yo siendo protegido por él, que es mi Señor, Salvador y Maestro.

¿Qué dice el texto?

El texto habla de la parábola del Buen Pastor, en el cual se ve reflejada que el único pastor incondicional es Cristo y que todos aquellos que entren al rebaño por otro lado que no sea la puerta principal son aquellos que buscan la dispersión de las ovejas y la perdición de ellas. Es Cristo que después tiene que ir a buscarlas para que retornen al rebaño, y cuando están en él las ovejas reconocen su voz, él conoce a todo su rebaño y el rebaño conoce a su pastor.

¿Qué me dice el texto?

Me dice que es Él mi pastor, mi guía, que tengo que conocerlo más y tratar de completar una milésima parte de lo que él me conoce a mí. Es por ese conocimiento de mí persona que ha podido influir en lo que me ha estado sucediendo estos últimos días.

Es un intento de pastor que me alejo del rebaño del Señor, algunos compañeros de la universidad, el alcohol, la hierba mala (la marihuana paraguaya prensada, porque es una deformación de la planta cannabica original, introduciéndole sustancias químicas que la hacen toxica), mi búsqueda de una felicidad que no existe en estas cosas mundanas y malas.

Ahora que estoy de vacaciones, fuera del mundo que me llevaba a alejarme de Cristo, tengo que volver y fortalecer mi conocimiento en y por Cristo para cuando vuelva de nuevo no caiga en las redes de aquellas personas que son los asalariados y malos pastores; “¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño!” (Jer 23,1).

Con la ayuda de Cristo, la Virgen y San Agustín voy a lograr mi cometido de ser un cristiano católico, con fuertes raíces y principios de discernimientos para no dejarme llevar por aquellas personas que solamente buscan destruirme y que se hacen llamar mis amigos, haciéndome negar mi fe, atacándola y ridiculizándome por ser seguidor del Hijo del Hombre.

¿Qué me hace decirle a Dios?

Me hace decirle que: En verdad, es él el que siempre ha estado a mi lado cuidándome como el Buen Pastor que es. Como dice el Salmo 23, a mí nada me puede faltar si tengo fe, confianza y amor en él, pero por mi condición de pecador, muchas veces no confió en él y el demonio me tienta a alejarme de él, pero él siempre se encuentra con los brazos abiertos para perdonarme, recibirme, aconsejarme y enseñarme nuevas cosas para que mi armadura se vuelva más fuerte como un herrero repara una armadura dañada en batalla, así es como Dios actúa en mí, y yo actuó para él como es su voluntad.

Él es mi pastor y nada me puede faltar, aunque este en la peor situación de mi vida, él estará ahí para levantarme y con su infinito poder ayudarme a salir de esto, porque el es mí pastor. Yo me rijo por sus preceptos y por su Santa Iglesia, es en él donde esta la verdadera felicidad, y es la luz que necesito ahora en las tinieblas que me encuentro.

¿Qué camino de vida me invita a tomar?

El camino que me invita a seguir el texto de la parábola del Buen Pastor es:

  • Al reconocer todos los días a Cristo como mi único Pastor.
  • Negar a aquellos que se hacen pasar por un buen pastor, pero que en realidad buscan que este triste, angustiado y deprimido por no tener esa felicidad que hacen hablar tanto.
  • En confesarme lo antes posible, y antes realizar un buen examen de conciencia para seguir conociendo a Cristo pero con un corazón puro y reconciliado con él.

viernes, 1 de agosto de 2008

NOSTRA AETATE


Este articulo, es del Concilio Vaticano II sobre las relaciones de la Iglesia Católica sobre las otras religiones no cristianas.






DECLARACIÓN

NOSTRA AETATE

SOBRE LAS RELACIONES DE LA IGLESIA
CON LAS RELIGIONES NO CRISTIANA
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Proemio

1. En nuestra época, en la que el género humano se une cada vez más estrechamente y aumentan los vínculos entre los diversos pueblos, la Iglesia considera con mayor atención en qué consiste su relación con respecto a las religiones no cristianas. En cumplimiento de su misión de fundamentar la Unidad y la Caridad entre los hombres y, aún más, entre los pueblos, considera aquí, ante todo, aquello que es comûn a los hombres y que conduce a la mutua solidaridad.

Todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la faz de la tierra, y tienen también un fin ûltimo, que es Dios, cuya providencia, manifestación de bondad y designios de salvación se extienden a todos, hasta que se unan los elegidos en la ciudad santa, que será iluminada por el resplandor de Dios y en la que los pueblos caminarán bajo su luz.

Los hombres esperan de las diversas religiones la respuesta a los enigmas recónditos de la condición humana, que hoy como ayer, conmueven íntimamente su corazón: ¿Qué es el hombre, cuál es el sentido y el fin de nuestra vida, el bien y el pecado, el origen y el fin del dolor, el camino para conseguir la verdadera felicidad, la muerte, el juicio, la sanción después de la muerte? ¿Cuál es, finalmente, aquel ûltimo e inefable misterio que envuelve nuestra existencia, del cual procedemos y hacia donde nos dirigimos?

Las diversas religiones no cristianas

2. Ya desde la antigüedad y hasta nuestros días se encuentra en los diversos pueblos una cierta percepción de aquella fuerza misteriosa que se halla presente en la marcha de las cosas y en los acontecimientos de la vida humana y aveces también el reconocimiento de la Suma Divinidad e incluso del Padre. Esta percepción y conocimiento penetra toda su vida con íntimo sentido religioso. Las religiones a tomar contacto con el progreso de la cultura, se esfuerzan por responder a dichos problemas con nociones más precisas y con un lenguaje más elaborado. Así, en el Hinduismo los hombres investigan el misterio divino y lo expresan mediante la inagotable fecundidad de los mitos y con los penetrantes esfuerzos de la filosofía, y buscan la liberación de las angustias de nuestra condición mediante las modalidades de la vida ascética, a través de profunda meditación, o bien buscando refugio en Dios con amor y confianza. En el Budismo, según sus varias formas, se reconoce la insuficiencia radical de este mundo mudable y se enseña el camino por el que los hombres, con espíritu devoto y confiado pueden adquirir el estado de perfecta liberación o la suprema iluminación, por sus propios esfuerzos apoyados con el auxilio superior. Así también los demás religiones que se encuentran en el mundo, es esfuerzan por responder de varias maneras a la inquietud del corazón humano, proponiendo caminos, es decir, doctrinas, normas de vida y ritos sagrados.

La Iglesia católica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, por más que discrepen en mucho de lo que ella profesa y enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres. Anuncia y tiene la obligación de anunciar constantemente a Cristo, que es "el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn., 14,6), en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa y en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas.

Por consiguiente, exhorta a sus hijos a que, con prudencia y caridad, mediante el diálogo y colaboración con los adeptos de otras religiones, dando testimonio de fe y vida cristiana, reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y morales, así como los valores socio-culturales que en ellos existen.

La religión del Islam

3. La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como se sometió a Dios Abraham, a quien la fe islámica mira con complacencia. Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a María, su Madre virginal, y a veces también la invocan devotamente. Esperan, además, el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por ello, aprecian además el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por tanto, aprecian la vida moral, y honran a Dios sobre todo con la oración, las limosnas y el ayuno.

Si en el transcurso de los siglos surgieron no pocas desavenencias y enemistades entre cristianos y musulmanes, el Sagrado Concilio exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, procuren y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los hombres.

La religión judía

4. Al investigar el misterio de la Iglesia, este Sagrado Concilio recuerda los vínculos con que el Pueblo del Nuevo Testamento está espiritualmente unido con la raza de Abraham.

Pues la Iglesia de Cristo reconoce que los comienzos de su fe y de su elección se encuentran ya en los Patriarcas, en Moisés y los Profetas, conforme al misterio salvífico de Dios. Reconoce que todos los cristianos, hijos de Abraham segûn la fe, están incluidos en la vocación del mismo Patriarca y que la salvación de la Iglesia está místicamente prefigurada en la salida del pueblo elegido de la tierra de esclavitud. Por lo cual, la Iglesia no puede olvidar que ha recibido la Revelación del Antiguo Testamento por medio de aquel pueblo, con quien Dios, por su inefable misericordia se dignó establecer la Antigua Alianza, ni puede olvidar que se nutre de la raíz del buen olivo en que se han injertado las ramas del olivo silvestre que son los gentiles. Cree, pues, la Iglesia que Cristo, nuestra paz, reconcilió por la cruz a judíos y gentiles y que de ambos hizo una sola cosa en sí mismo.

La Iglesia tiene siempre ante sus ojos las palabras del Apóstol Pablo sobre sus hermanos de sangre, "a quienes pertenecen la adopción y la gloria, la Alianza, la Ley, el culto y las promesas; y también los Patriarcas, y de quienes procede Cristo según la carne" (Rom., 9,4-5), hijo de la Virgen María. Recuerda también que los Apóstoles, fundamentos y columnas de la Iglesia, nacieron del pueblo judío, así como muchísimos de aquellos primeros discípulos que anunciaron al mundo el Evangelio de Cristo.

Como afirma la Sagrada Escritura, Jerusalén no conoció el tiempo de su visita, gran parte de los Judíos no aceptaron el Evangelio e incluso no pocos se opusieron a su difusión. No obstante, según el Apóstol, los Judíos son todavía muy amados de Dios a causa de sus padres, porque Dios no se arrepiente de sus dones y de su vocación. La Iglesia, juntamente con los Profetas y el mismo Apóstol espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con una sola voz y "le servirán como un solo hombre" (Soph 3,9).

Como es, por consiguiente, tan grande el patrimonio espiritual común a cristianos y judíos, este Sagrado Concilio quiere fomentar y recomendar el mutuo conocimiento y aprecioentre ellos, que se consigue sobre todo por medio de los estudios bíblicos y teológicos y con el diálogo fraterno.

Aunque las autoridades de los judíos con sus seguidores reclamaron la muerte de Cristo, sin embargo, lo que en su Pasión se hizo, no puede ser imputado ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían, ni a los judíos de hoy. Y, si bien la Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, no se ha de señalar a los judíos como reprobados de Dios ni malditos, como si esto se dedujera de las Sagradas Escrituras. Por consiguiente, procuren todos no enseñar nada que no esté conforme con la verdad evangélica y con el espíritu de Cristo, ni en la catequesis ni en la predicación de la Palabra de Dios.

Además, la Iglesia, que reprueba cualquier persecución contra los hombres, consciente del patrimonio comûn con los judíos, e impulsada no por razones políticas, sino por la religiosa caridad evangélica, deplora los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos.

Por los demás, Cristo, como siempre lo ha profesado y profesa la Iglesia, abrazó voluntariamente y movido por inmensa caridad, su pasión y muerte, por los pecados de todos los hombres, para que todos consigan la salvación. Es, pues, deber de la Iglesia en su predicación el anunciar la cruz de Cristo como signo del amor universal de Dios y como fuente de toda gracia.

La fraternidad universal excluye toda discriminación

5. No podemos invocar a Dios, Padre de todos, si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres, creados a imagen de Dios. la relación del hombre para con Dios Padre y con los demás hombres sus hermanos están de tal forma unidas que, como dice la Escritura: "el que no ama, no ha conocido a Dios" (1 Jn 4,8).

Así se elimina el fundamento de toda teoría o práctica que introduce discriminación entre los hombres y entre los pueblos, en lo que toca a la dignidad humana y a los derechos que de ella dimanan.

La Iglesia, por consiguiente, reprueba como ajena al espíritu de Cristo cualquier discriminación o vejación realizada por motivos de raza o color, de condición o religión. Por esto, el sagrado Concilio, siguiendo las huellas de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, ruega ardientemente a los fieles que, "observando en medio de las naciones una conducta ejemplar", si es posible, en cuanto de ellos depende, tengan paz con todos los hombres, para que sean verdaderamente hijos del Padre que está en los cielos.

Todas y cada una de las cosas contenidas en esta Declaración han obtenido el beneplácito de los Padres del Sacrosanto Concilio. Y Nos, en virtud de la potestad apostólica recibida de Cristo, juntamente con los Venerables Padres, las aprobamos, decretamos y establecemos en el Espíritu Santo, y mandamos que lo así decidido conciliarmente sea promulgado para la gloria de Dios.

Roma, en San Pedro, 28 de octubre de 1965.

Yo, PABLO, Obispo de la Iglesia católica.


jueves, 24 de abril de 2008

La Eucaristía, presencia viva de Jesús

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Frank Morera
Ministerio Siloé

En Israel habían multitud de sacrificios; muchos de ellos iban seguidos de banquetes. Estos eran banquetes de comunión, en Hebreo "Selamin" que significa "sacrificio" que unían al pueblo entre sí y a su vez con Dios.

Precedente bíblico del sacrificio y banquete de comunión en la Antigua Alianza

Levítico 6, 17-20
El Señor habló a Moisés para decirle: Dile a Aarón y a sus hijos: Esta es la Ley de la víctima ofrecida por el pecado. Será sacrificada ante el Señor en el mismo lugar donde se ofrece el sacrificio del Holocausto. Es una cosa muy sagrada. El sacerdote que la ofrenda comerá en un lugar santo, a la entrada de la tienda de las citas cualquiera que toque las carnes será santificado.

Levítico 7, 15
La carne de la víctima del sacrificio de comunión será comida en el mismo día sin dejar nada para el siguiente.

El sacrificio de Holocausto era el sacrificio de ofrenda. Como vimos en Levítico 6, 17-20 la víctima ofrecida por el pecado era sacrificada en el altar del Holocausto. Cristo Jesús se hizo Ofrenda por nuestra salvación sustituyéndonos en la Cruz y cargando nuestros pecados "Víctima ofrecida por el pecado", en esta ofrenda, al igual que la ofrenda de comunión, la víctima era consumida totalmente y así se entraba en común - unión con el Dios de Israel. En nuestra Eucaristía, la víctima, nuestra ofrenda y sacrificio, tiene que ser consumida al igual que en el antiguo Israel. Hoy nuestra ofrenda no es de ovejas ni animales. Es Jesús el Señor, por eso nuestra comunión no es simbólica, como las víctimas de Israel no eran simbólicas, sino con la propia Víctima. Para el Hebreo y en la mentalidad semita es necesario entrar en comunión con el cuerpo si queremos establecer una comunión con el espíritu.

Éxodo 12, 8-10
Esa misma noche comerán el cordero asado al fuego, lo comerán con panes sin levaduras… Ustedes no guardaran nada para el día siguiente, lo que sobre quémenlo al fuego.

En la comida de la Pascua era sacrificado un cordero, macho y sin defectos. Desde antiguo se ha considerado este cordero prefigura de Jesucristo. Este cordero se debía comer completo en la cena Pascual. La Eucaristía es Nuestra Cena Pascual, en ella el cordero no puede ser una representación, es el mismo cordero el que se ingiere. Nuestro cordero ya fue señalado por Juan el Bautista (San Juan 1, 36) es Jesús, por lo tanto en la Eucaristía comemos el Cuerpo de Jesús-Cordero.

La Eucaristía en el contexto neotestamentario

Juan 6, 51
Yo soy el pan vivo bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y la daré para vida del mundo.

Juan 6 es el discurso más difícil que le tocó predicar a Jesús y de hecho el de más controversia. Jesús ya ha declarado que Él es el pan de vida.

Días antes, Jesús ha caminado sobre las aguas, desafiando todas las leyes naturales (San Marcos6, 45-52). Pocos momentos antes Jesús había multiplicado los panes (San Marcos 6, 35-43). Con estos dos hechos le ha querido decir a sus discípulos que Él hace con el pan lo que quiere (lo multiplica) y con su cuerpo también (camina sobre las aguas), o sea, que tiene poder sobre su cuerpo y sobre los panes. Ahora se adentra en el misterio y proclama que su carne es pan. ¿Difícil? ¿No caminó sobre las aguas... algo imposible para un hombre?. ¿No multiplicó los panes… algo imposible para un hombre?. Seguro que sí, pero no para Dios. El que tiene poder sobre las leyes naturales de su cuerpo y de los panes puede transformar su cuerpo en pan. En este pasaje Jesús habla claramente. El pan que nos va a dar es Su Carne, aquí esta explícito. Esta frase esta exenta de simbolismo, pero para aclarar esto más aún veamos al texto griego original.

La palabra utilizada para definir carne es "sarx", que en Griego quiere decir: "Carne, trozo de carne, cuerpo, ser vivo, hombre". Vemos una definición contundente de que Jesús utiliza la palabra que denota cuerpo de carne y que no es en ningún modo metáfora, hecho que concordará con las palabras de la Última Cena. Existen otras dos palabras en Griego para definir carne, una es "Kreas" que quiere decir: "trozos de carne" y se utiliza para cuando se habla de ingerir carne en una comida normal (Romanos 4, 21 / 1Cor 8, 13) y "Sarkinos" que quiere decir "carnal" y se utiliza en sentido simbólico (Romanos 7, 14 / 1Cor 3, 1 / 2Cor 3,3. Fíjense que Jesús no utilizó ninguna de estas dos opciones en este contexto.

San Juan 6, 55
Mi carne es comida verdadera y mi sangre es bebida verdadera.

Si quedó alguna duda de la intención de Jesús en el versículo 51, ahora las dudas deberían disiparse. Jesús declara que su cuerpo (sarx) es comida verdadera. La palabra griega utilizada por Jesús para decir verdadera es "Alethes" que proviene de "Aletheia" que quiere decir "Verdad, veracidad, sinceridad, realidad", esta palabra confirma la realidad de la presencia viva de Jesús en Cuerpo y Divinidad en la Eucaristía. Jesús no dijo en ningún momento que su carne "significa", todo lo contrario, afirma ser verdadera, "alethes". Este mismo análisis se aplica a la sangre de Jesús.

Si nos quedara duda de que Jesús habló en sentido simbólico o metafórico analicemos la reacción de los discípulos:

San Juan 6, 60
Cuando oyeron todo esto, muchos de los que habían seguido a Jesús dijeron "Este lenguaje es muy duro ¿Quién puede sufrirlo?"

Los discípulos hablaban perfecto arameo, que era la lengua habitual de Jesús y entendieron perfectamente que éste no hablaba en forma simbólica, pues si hubiera sido así, esta reacción hubiera estado de más. ¡Ellos reaccionaron escandalizados! No pueden sufrir que el "hijo del carpintero" les hable de "comer su carne y beber su sangre"… es algo demencial para ellos, es algo que sólo se entiende en Fe. Jesús al contrario de lo que hace en otras ocasiones no les va a explicar, porque es algo que no se puede explicar, es algo que hay que aceptar. Es por eso que les pregunta a los Apóstoles si también se van a marchar y Pedro contesta que aunque no entiende nada, sabe que de Jesús solo sale "vida eterna". Así la Iglesia, como Pedro, se queda en Fe con las palabras de Jesús.

San Juan 6, 61
Jesús captó en su mente que sus propios discípulos criticaban su discurso y les dijo: ¡Qué va a ser entonces cuando vean al Hijo del Hombre subir al lugar donde estaba antes!

Jesús aquí nos da una comparación. Si no entienden cómo pueden comerse su cuerpo, menos entenderán su Ascensión al cielo, o sea dice Jesús que es más fácil aceptar la Eucaristía que aceptar su Ascensión y su Glorificación como Segunda Persona de la Trinidad. Actualmente casi todas las Iglesias aceptan la Ascensión y Glorificación de Jesús, sin embargo no aceptan la Eucaristía que según Jesús es más fácil de entender.

San Mateo 26, 26-28
Mientras comían, Jesús tomo el pan y, después de pronunciar la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: Tomen y coman; esto es mi cuerpo. Después tomando una copa de vino y dando gracias, se la dio diciendo: Beban todos, porque esta es mi sangre, la sangre de la alianza, que es derramada por una muchedumbre, para el perdón de los pecados.

Llega la Última Cena. Cena Pascual donde sorpresivamente no hay cordero puesto que Jesús va a reemplazarlo. Llegado el momento Jesús solemnemente declara que el pan ES su cuerpo, en clara conexión con el discurso de San Juan 6. La palabra griega utilizada en el Evangelio traducida como "cuerpo" no es Sarx, como hubiera sido de esperar pues Sarx significa también cuerpo. La palabra utilizada es Soma que quiere decir en griego "cuerpo, cadáver, cuerpo muerto" que en este contexto de sacrificio, al darlo separado de su sangre (el vino) expresa claramente que Jesús está hablando y refiriéndose a Él cómo el Cordero Pascual comido en la Pascua Hebrea ya muerto y no de forma alguna simbólica y que faltó en la Última Cena. La misma explicación es acertada para el vino como sangre.

San Lucas 19
Hagan esto en memoria mía.

Esta orden de Jesús de ninguna forma da aspecto de simbolismo a la Eucaristía, más bien la afirma. Veamos: La palabra griega utilizada para "memoria" es anamnesis que quiere decir "recordar, refrescar la memoria, mencionar, acordarse, pensar en algo" en ningún momento la palabra memoria implica símbolo. Con esta palabra Jesús ordena a los Apóstoles que sigan repitiendo lo que Él acaba de hacer con las mismas consecuencias, instituye el orden Presbiteral o Sacerdotal al mandar a los Apóstoles a celebrar la Cena Pascual con Él como Cordero Sacrificado y en ningún momento simbólico. Con esto se cumple en el Nuevo Pacto lo ordenado a Israel en Éxodo 12, 14"

"Esta ley es para siempre: los descendientes de ustedes no dejaran de celebrar este día."

¿Sabías tú, que cuando asistes a la Eucaristía estas asistiendo a la Cena Pascual de la Nueva Alianza?.. Esto será un tema para un nuevo estudio. Regresando a nuestra palabra "anamnesis", esta palabra se utiliza en Hebreos 10, 3. "Pero en esos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados…" cada año se recuerda algo muy actual, los pecados. Memorial - actualización de una realidad. ¿Qué realidad? Nuestra comunión con Jesús de una forma íntima y tremenda comiendo su Cuerpo y bebiendo su Sangre.

Levítico 2, 2
La llevarán a los sacerdotes, los hijos de Aarón, quienes tomando un puñado de harina con aceite y todo el incienso lo quemaran sobre el altar como combustión, en memoria, en olor suave para Yahvé.

El olor de esta harina, quemada por los sacerdotes en el altar será un memorial, o sea que recordara al Padre la ofrenda al mismo tiempo que al oferente. El memorial de la Eucaristía recuerda al Padre el Sacrificio de Cristo en la cruz - único y suficiente - pero que se actualiza como sacrificio incruento, donde no hay sufrimiento; y que recuerda al Padre que somos los oferentes y los beneficiados de éste, y que por esta víctima- Jesús -debe derramar su Misericordia sobre nosotros.

En I de Corintios 11, 26 dice San Pablo "Cuantas veces comáis este pan y bebáis este cáliz, anuncias la muerte del Señor hasta que venga". Este versículo es de una importancia trascendental, pues reafirma el carácter sacrificial y escatológico de la Eucaristía. Proclamamos el sacrificio de Jesús y lo haremos hasta que Él retorne en Gloria.

I Corintios 10, 16
La copa de bendición que bendecimos, ¿No es la comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿No es una comunión con el cuerpo de Cristo?

En este Capítulo 10, San Pablo habla de un hecho real "no se debe comer carne sacrificada a los ídolos" y como alude a la presencia real de Cristo en la Eucaristía común - unión del creyente y Cristo Jesús, diciendo claramente que la comunión es el cuerpo y la sangre de Cristo.

I Corintios 1, 26-29
Así pues, cada vez que comen de este pan y beben de la copa, están proclamando la muerte del Señor hasta que venga. Por lo tanto, si alguien come el pan y bebe de la copa del Señor indignamente, peca contra el cuerpo y la sangre del Señor.
Por eso, que cada uno examine su conciencia antes de comer del pan y beber de la copa. De otra manera come su propia condenación al no reconocer el cuerpo.

Aquí San Pablo nos da una visión contundente de la presencia real de Jesús en la Eucaristía. Primeramente se peca contra el objeto que se agravia, aquí según San Pablo se agravia el Pan y la Copa al comerse indignamente, sin embargo se peca contra el Cuerpo y la Sangre del Señor, afirmación que sería un desatino si cuerpo y pan y copa y sangre no fueran lo mismo. Seguidamente va a atribuir condenación, un hecho que solo se aplica por no aceptar en Fe a Dios.

¿Qué pensaron la comunidad primitiva y los Padres de la Iglesia en el primer siglo sobre este tema?

San Ignacio Obispo de Antioquía en el año 110 DC. escribe en su Carta a los de Esmirna lo siguiente
"De la Eucaristía y la oración se apartan (los herejes docetas) por que no confiesan que la Eucaristía es la carne de Nuestro Salvador Jesucristo, la que padeció por nuestros pecados, la que por bondad resucito el Padre. Por lo tanto, los que contradicen el don de Dios litigando, se van muriendo. Mejor les fuera amar para que también resucitasen."

En su carta a la Iglesia de Filadelfia les dice
"Esforzaos, por lo tanto, por usar de una sola Eucaristía; pues una sola es la carne de Nuestro Señor Jesucristo y uno sólo es el cáliz para unirnos con su sangre, un solo altar, como un solo Obispo junto con el Presbiterio y con los diáconos co-siervos míos; a fin de que cuando hagáis, todo lo hagáis según Dios."

San Justino Mártir, año 160 en su Apología 1ra.
"Este alimento se llama entre nosotros Eucaristía del cual a ninguno le es lícito participar, sino al que cree que nuestra doctrina es verdadera y ha sido purificado por el Bautismo para perdón de pecados y regeneración…. Es la sangre y la carne de aquel Jesús que se encarnó, pues los Apóstoles y los comentarios por ellos compuestos, llamados Evangelios nos lo transmitieron así…"

San Ireneo, Obispo de Lyon, año 180, libro "Adversus Haereses"
"¿Y como dicen también que la carne se corrompe y no participa de la vida (la Carne) que es alimentada por el cuerpo y la Sangre del Señor? Por lo tanto, o cambian de parecer o dejan de ofrecer las cosas dichas."

Tertuliano, año entre 160 y 220 libro "Contra Marción"
"Por lo cual, por el sacramento del pan y del cáliz, ya hemos probado en el Evangelio la verdad del cuerpo y la sangre del Señor en contra de la teoría del fantasma propugnada por Marción."

San Agustín, años 354-430
"Y siendo así que Cristo anduvo en esta carne y nos dio su misma carne para que la comiéramos, nadie puede comer su carne si no la adora, encontramos que como es posible adorar tal escabel de los pies del Señor, sin que no-sólo no pequemos adorando, sino que pequemos no adorando..."

Hermanos separados de la comunión con la Iglesia Católica opinan que cuando Jesús dijo: "Esto es mi cuerpo" lo dijo en forma de símil, como es el caso en San Juan 6, 35 donde Jesús dice: "Yo soy el pan de Vida" o como en San Juan 6, 12 donde dijo: "Yo soy la Luz del mundo" o también como en San Juan 10, 9 donde dijo "Yo soy la puerta". Evidentemente Jesús aquí se esta describiendo a sí mismo como "Pan de Vida", "Luz del mundo", "Puerta" y en otra oportunidad como "El camino", Jesús no es una "Puerta" o un "Camino" físicamente hablando... es pura simbología, pero examinemos una de estas oraciones, por ejemplo: "Yo soy la Puerta"... esta oración, y si mal no recuerdo mis años de estudiante de gramática, se compone de Sujeto y Predicado. El sujeto es de quien se habla y el predicado precedido de un verbo describe una acción al sujeto, en este caso Yo, es el sujeto o sea Cristo y soy la puerta es el predicado que describe a Cristo como la entrada a la salvación por medio de una "puerta". En la Última Cena Jesús dice "Esto es mi cuerpo". Esto es el sujeto o sea el pan y mi cuerpo es el predicado que describe al sujeto o sea Cristo (soma). ¿Ves la diferencia? En los anteriores versículos del Evangelio Cristo se describe a sí mismo como puerta, Luz, camino, etc... En la Última Cena el Pan es descrito como el mismo Cristo, su cuerpo sacrificial. Luego entonces el Pan es Cristo, lo cual es muy diferente a que Cristo sea pan.

Hermano que lees este pequeño estudio de apologética sobre la Eucaristía, la presencia real de Jesús en el pan y en el vino sólo se acepta por Fe, no por razonamiento. Pues como dijo San Agustín "Si lo entiendes, no es Dios". ¿En qué bando estas? Entre los que dejaron a Jesús moviendo la cabeza y diciendo "dura doctrina es esta!" O, cómo los que como Pedro nos quedamos diciendo "no entiendo humanamente, pero sé que tienes Palabras de Vida y además, ¿adonde ir que haya vida eterna?" Si te quedas en Fe tienes la promesa del Señor "El que come mi carne y bebe mi sangre, vive de verdad, y yo lo resucitare en el ultimo día". Que así sea.

lunes, 21 de abril de 2008

Mensaje en la conclusión del Ramadán

bluemosque21

Id al-Fitr 1428 H./ 2007 A.D.

Cristianos y musulmanes:
llamados a promover una cultura de la paz

Queridos amigos musulmanes:

1. Me es particularmente grato presentaros las felicitaciones amistosas y cálidas del Pontificio Consejo para el Diálogo Inter-religioso en vuestra gozosa fiesta de “Id al-Fitr, con la que se concluye el camino recorrido durante el mes de ayuno y oración del Ramadán. Es éste un tiempo fuerte para la vida de la comunidad musulmana, que da a cada uno de los creyentes una fuerza nueva para su existencia personal, familiar y social. Es importante, efectivamente, que cada uno testimonie el mensaje religioso con una vida más íntegra y más conforme al plan del Creador, preocupándose del servicio a los hermanos, y en un clima de solidaridad y fraternidad siempre creciente para con los miembros de otras religiones y para con todos los hombres de buena voluntad dispuestos todos a trabajar conjuntamente para la consecución del bien común.

2. En el difícil momento histórico que atravesamos, los miembros de las diversas religiones tienen sobre todo el deber de actuar, como servidores del Todopoderoso, en favor de la paz, que se alcance mediante el respecto a las propias convicciones personales y comunitarias, así como también con la libertad de la práctica religiosa. La libertad de religión, que no puede quedar reducida a la simple libertad de culto, es ciertamente uno de los aspectos esenciales de la libertad de conciencia, derecho fundamental de toda persona y piedra angular de los derechos humanos. Solamente así se podrá edificar una cultura de la paz y de la solidaridad entre los hombres, implicándose todos en la construcción de una sociedad cada vez más fraterna, haciendo todo lo posible para rechazar todo tipo de violencia, denunciando y repudiando cualquier recurso a la misma, que nunca podrá tener una motivación religiosa, puesto que ella hiere en el hombre la imagen de Dios. Sabemos perfectamente que la violencia, particularmente el terrorismo, que golpea ciegamente causando numerosas víctimas, sobre todo entre los más inocentes, es incapaz de resolver los conflictos, y que no hace más que suscitar el engranaje mortífero del odio destructor, en detrimento del hombre y de las sociedades.

3. Como personas religiosas, tenemos que ser antes de todo educadores de la paz, de los derechos humanos, de una libertad respetuosa para cada uno, así como también de una vida social cada vez más fuerte, porque el hombre debe preocuparse de sus hermanos y hermanas sin discriminación ninguna. Nadie puede ser excluido de la comunidad nacional en razón de su raza, de su religión, ni por ningún otro motivo personal. Todos juntos, miembros de tradiciones religiosas diferentes, estamos llamados a difundir una enseñanza que respete la dignidad de cada persona humana, a difundir un mensaje de amor entre las personas y los pueblos. Tenemos que formar en este espíritu especialmente a las jóvenes generaciones, que tendrán la responsabilidad del mundo de mañana. Es deber de las familias ante todo, luego de las personas con responsabilidades en el mundo educativo, de las Autoridades civiles y religiosas estar muy atentos para prodigar una enseñanza justa y dar a cada uno una educación apropiada en los diversos aspectos señalados, particularmente proporcionando una educación cívica que invite a cada joven a respetar a los que le rodean y a considerarlos como hermanos y hermanas, con los que están llamados a convivir cotidianamente, y no en la indiferencia sino con una atención verdaderamente fraternal. Es más urgente que nunca educar a las jóvenes generaciones en los valores humanos, morales y cívicos fundamentales, imprescindibles tanto para la vida personal, como para la vida común. Toda falta de urbanidad debe ser ocasión para recordar a los jóvenes lo que se espera de ellos en la vida social. Es el bien común de cada sociedad y del mundo en su conjunto lo que está hoy en juego.

4. Es en este espíritu hay que continuar e intensificar el diálogo entre Cristianos y Musulmanes, en su dimensión educadora y cultural, para que se movilicen todas las fuerzas al servicio del hombre y de la humanidad, para que las jóvenes generaciones no se constituyan en bloques culturales o religiosos, unos contra otros, sino como auténticos hermanos y hermanas. El diálogo es un instrumento que nos puede ayudar para salir de esta espiral sin termino de los múltiples conflictos y tensiones que atraviesan nuestras sociedades, para que todos los pueblos puedan vivir en la serenidad y en la paz, en el respeto mutuo y en el buen entendimiento entre todos.

Al fin de alcanzar esto, hago votos para que a través de encuentros e intercambios, Cristianos y Musulmanes trabajen conjuntamente en la estima reciproca para promover la paz y procurar un mejor porvenir para todos los hombres; serán un ejemplo a seguir y a imitar para la juventud de hoy. Así los jóvenes tendrán nueva confianza en la vida social, se comprometerán más y se insertarán en la tarea de su transformación. La educación y el ejemplo serán de este modo para ellos fuente de esperanza para el futuro.

5. Este es el ardiente deseo que quiero poner en común con vosotros: que Cristianos y Musulmanes incrementen más y más sus relaciones amistosas y constructivas para compartir sus específicas riquezas y cuiden particularmente a la cualidad de su testimonio de creyentes.

Os reitero, queridos Amigos Musulmanes, mi más calurosa felicitación por vuestra fiesta y pido al Dios de la paz y de la misericordia que os conceda a todos salud, serenidad y prosperidad.

Cardenal Jean-Louis Tauran
Presidente

Arzobispo Pier Luigi Celata
Secretario

viernes, 21 de marzo de 2008

La Pasión y Muerte de Cristo

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Fuente:Encuentra.com

 

El misterio pascual es el culmen de la revelación y actuación de la misericordia Divina

 

 

 

 

Hoy Viernes Santo, donde Cristo se inmolo por nosotros, les dejo un articulo que encontré en la página encuentra.com

Por Pbro. Dr. Enrique Cases
El relato de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor ocupa un lugar predominante en los cuatro evangelios. Es la parte más extensa. En los comienzos, cuando una persona se acercaba a la Iglesia con el ánimo de conocer la Buena Nueva, se le explicaban, ante todo, los sucesos de nuestra Redención, realizada por Jesucristo con su Pasión y Muerte y, sobre todo, con su Resurrección de entre los muertos.
El relato de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo (Misterio Pascual) constituye el núcleo de la predicación cristiana, desde los comienzos. Los restantes datos, que nos narran los evangelios, se fueron incorporando después a esa predicación.
Es probable que las dos «confesiones de fe» más antiguas del Cristianismo fueran: la narración de la Eucaristía y la de la Resurrección. A partir de esas confesiones, es posible que se formara el relato central. Esas confesiones de fe habrían dado testimonio de una serie de hechos:
- la conspiración para apoderarse del Señor y entregarle;
- la Cena;
- el prendimiento;
- la Muerte y la sepultura;
- la Resurrección.
Es muy importante destacar que todos estos relatos expresan la fe de la Iglesia en el designio salvador de Dios.
Jesús, en la última Cena, manifestó claramente que su muerte iba a ser un sacrificio por los hombres y que constituiría la Nueva y Eterna Alianza entre Dios y el Nuevo Pueblo, que es la Iglesia.
Como en el Sinaí, la sangre de las víctimas selló la alianza de Yavé con su pueblo, así también, sobre la Cruz, la sangre de la víctima perfecta. Jesús, va a sellar entre Dios y los hombres la Alianza -Nueva-.
Con la Nueva Alianza que instituirá la muerte de Cristo, cumplirá Dios su promesa, anunciada por los profetas, de salvar a su pueblo y librarlo de sus pecados. Aunque hay que añadir que Jesús se atribuye la misión de redención universal, es decir, que ha venido a salvar a todos los hombres.
Desde la perspectiva de la Resurrección se comprenden los sufrimientos y la muerte de Jesucristo, el Hijo de Dios. No constituyen, en efecto, el fracaso de un hombre, sino que por la aceptación obediente se convierten en fuente de salvación para todos.
En la Pasión y Muerte del Señor se cumplieron todas las profecías sobre el Mesías Salvador, pero además se descubre, como no lo había sido hasta entonces, el amor de Dios por los hombres.
El relato de la Pasión no se puede separar del de la Resurrección porque Cristo va a triunfar. A los ojos de los que le rodeaban parecía una derrota y un fracaso pero nunca estuvo tan cerca del triunfo definitivo como entonces. La Pasión es el camino de la Gloria. Pasión y Resurrección son dos fases de un mismo MISTERIO: poner fin a la Alianza Antigua e inaugurar el Reino de Dios.
Se hizo por nosotros obediente hasta la muerte y muerte de cruz.
LA MUERTE DE CRISTO HABIA SIDO PROFETIZADA
Muchos son los lugares donde los profetas dicen que el Mesías debía sufrir por los pecados del Pueblo. El mismo Cristo resucitado explica a los de Emaús que era preciso que el Mesías padeciese «y comenzando por Moisés y por todos lo s profetas les fue declarando cuanto a El se refería en todas las Escrituras» (Lc. 24, 27) Son característicos los textos del profeta Isaías que forman el llamado Poema del Siervo de Yavé. Así, dirá: «Maltratado y afligido no abrió la boca, como esclavo llevado al matadero y como oveja muda ante los trasquiladores. Fue arrebatado a un juicio inicuo, sin que nadie defendiera su causa cuando era arrancado de la tierra de los vivientes y muerto por las iniquidades de su pueblo, e hicieron su sepultura con el malvado y con el rico su sepulcro, aunque él no habla cometido violencia, ni hubo engaño en su boca» (]s. 53, 7-9) La claridad de esta profecía es meridiana conociendo lo que después sucedió.
JESUS PREDICE SU PASION
Jesús anuncia tres veces a los suyos que va a morir, especificando el motivo de su muerte: «Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para sufrir mucho de parte de los ancianos, de los príncipes, de los sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y al tercer día resucitar» (Mt. 16, 20) Los discípulos no entendieron entonces lo que les quería decir; lo entendieron al ver a Cristo resucitado, cuando se les apareció y les explicó las Escrituras.
Nadie ama más que el que da su vida por sus amigos.

jueves, 20 de marzo de 2008

Rompiendo Limites





"... al final junto con el vas a seguir rompiendo los limites"








"Bueno...
Son muchos los obstáculos que vemos en el camino
puerta que se abren y cierran en tu cara sin ninguna explicación,gente que te da la mano y de la noche a la mañana te da la espalda dejando heridas que parecen no tener sanidad,personas que se disfrazan de ovejas y terminan siendo lobos,caminos con barreras,con muros son caminos obscuros que parecen no tener salida,son situaciones que te llevan al punto de la desesperación donde sientes frustración y quieres rendirte,donde llegas al punto donde quieres dejar todo y enganchar los guantes para salir corriendo ahí es donde viene esa voz que te engaña y busca hacerte olvidar lo que has recorrido,diciéndote que tu tiempo esta perdido,que te rindas que no vale la pena seguir luchando esa voz que solo busca ponerte limites.
pero ahí llega el momento de la calma en donde te das cuenta en que no todo el camino ah sido malo que aunque parezca una calle sin salida realmente ah sido un desvió temporero,ahi es donde se encuentra esa mano que te da aliento,la mano del que nunca falla el que es 100% fiel,que aunque el mundo entero te traicione el nunca te traicionaría,donde escuchas la voz que es suya la venganza,que te dice que no te preocupes,que el te devolverá todo lo que te han quitado,que te hace entender que esto es parte del proceso y que es necesario que esto ocurra,que te dice que confíes en el y no en los hombres,una voz que te consuela,una voz que conoce tu corazón y todo lo que en el esta escondido,que te dice que tu puedes,que el te dará la fortaleza,que te dice que seas diferente,que te motives a mantener la diferencia,te dice que no temas porque al final junto con el vas a seguir rompiendo los limites."

Triple Seven - Rompiendo Limites Intro

Este intro de un grupo cristiano de regueton se aplica muy bien a la confianza que muchos hombres -donde me incluyo- tienes sobre los hombre (en general, hombres y mujeres). Esa confianza a ciegas que al final se ve como le dan la espalda, también de gente que uno piensa que son buenas pero son malas, es decir, que nos lleva por un camino de perdición, de las drogas, del alcohol y de todos aquellos vicios que nos sacan del camino de Cristo.

También de aquellos "caminos con barreras,con muros son caminos obscuros que parecen no tener salida", de aquellos pensamientos o ideologías que quitan libertad que no puedes quererte y amar al prójimo, aquellas ideologías del odio que al final nos ponen limites.

Pero en compañía de Cristo Rey y Maestro, esos limites se van a romper, el cual es siempre fiel y no nos da la espalda, el cual nos ama con todo para dar su vida por nosotros. En Cristo tenemos que apoyarnos, junto con el tenemos que llevar nuestra cruz como lo hizo aquel judío cuando el propio Jesús estaba herido y agonizando. En Cristo tenemos que confiar todos nuestros secretos y nuestras cosas. En Cristo tenemos que pedirle consejos. En Cristo tenemos que guiarnos por el camino verdadero que es Él.

domingo, 16 de marzo de 2008

Domingo de Ramos en la Pasión del Señor

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Fuente:encuentra.com

 

"¡Bendito el Rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el Cielo y gloria en las alturas!"

 

De las Disertaciones de San Andrés de Creta,obispo

Bendito el que viene en nombre del Señor
Andrés de Creta nos exhorta a salir al encuentro de Cristo que, libremente y por amor, se encamina hacia la cruz. Pero esta decisión de buscarle hasta hallarle debe ser espontánea, buscada y querida, también, por amor. En medio de los afanes cotidianos de nuestra vida ordinaria, tendremos pruebas; pasado el tiempo, sentiremos ansias de vivir mientras nos vemos declinar hacia la muerte. Pero, en el camino, no hemos de esperar otra gloria que la que él tuvo: la cruz. Quererle seguir es alcanzar una cierta semejanza con él en su oblación. Casi al término de esta Cuaresma, mientras avivamos nuestros deseos de transfigurarnos en él, seremos hechos «nuevos», si consentimos participar en su cruz.

Venid, subamos juntos al monte de los Olivos y salgamos al encuentro de Cristo, que vuelve hoy desde Betania, y que se encamina por su propia voluntad hacia aquella venerable y bienaventurada pasión, para llevar a término el misterio de nuestra salvación.

Viene, en efecto voluntariamente hacia Jerusalén, el mismo que, por amor a nosotros, bajó del cielo para exaltarnos con él, como dice la Escritura, por encima de todo principado, potestad, virtud y dominación, y de todo ser que exista, a nosotros que yacíamos postrados.

Él viene, pero no como quien toma posesión de su gloria, con fasto y ostentación. No gritará dice la Escritura, no clamará, no voceará por las calles, sino que será manso y humilde, con apariencia insignificante, aunque le ha sido preparada una entrada suntuosa.

Corramos, pues, con el que se dirige con presteza a la pasión, e imitemos a los que salían a su encuentro. No para alfombrarle el camino con ramos de olivo, tapices, mantos y ramas de palmera, sino para poner bajo sus pies nuestras propias personas, con un espíritu humillado al máximo, con una mente y un propósito sinceros, para que podamos así recibir a la Palabra que viene a nosotros y dar cabida a Dios, a quien nadie puede contener.

Alegrémonos, por tanto, de que se nos haya mostrado con tanta mansedumbre aquel que es manso y que sube sobre el ocaso de nuestra pequeñez, a tal extremo, que vino y convivió con nosotros, para elevarnos hasta sí mismo, haciéndose de nuestra familia.

Dice el salmo: Subió a lo más alto de los cielos, hacia oriente (hacia su propia gloria y divinidad, interpreto yo), con las primicias de nuestra naturaleza, hasta la cual se había abajado impregnándose de ella; sin embargo, no por ello abandona su inclinación hacia el género humano, sino que seguirá cuidando de él para irlo elevando de gloria en gloria, desde lo ínfimo de la tierra, hasta hacerlo partícipe de su propia sublimidad.

Así, pues, en vez de unas túnicas o unos ramos inanimados, en vez de unas ramas de arbustos, que pronto pierden su verdor y que por poco tiempo recrean la mirada, pongámonos nosotros mismos bajo los pies de Cristo, revestidos de su gracia, mejor aún, de toda su persona, porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo; extendámonos tendidos a sus pies, a manera de túnicas.

Nosotros, que antes éramos como escarlata por la inmundicia de nuestros pecados, pero que después nos hemos vuelto blancos como la nieve con el baño saludable del bautismo, ofrezcamos al vencedor de la muerte no ya ramas de palmera, sino el botín de su victoria, que somos nosotros mismos.

Aclamémoslo también nosotros, como hacían los niños, agitando los ramos espirituales del alma y diciéndole un día y otro: Bendito el que viene en nombre del Señor, el rey de Israel.

miércoles, 12 de marzo de 2008

5to. Miércoles de Cuaresma

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Fuente: encuentra.com

 

 

 De los Comentarios de San Agustín, obispo, sobre los salmos

 

 

 

 

 

Jesucristo ora por nosotros, ora en nosotros y al mismo tiempo es a Él a quien dirigimos nuestra oración
Dios se ha hecho hombre, se ha encarnado en nuestra historia, de modo que se inserta y se hace presente en nuestra vida, en nuestros pensamientos y sentimientos, en toda nuestra vida. No sólo es un Sacerdote que, desde su cielo, intercede por nosotros; no sólo es un Dios a quien le complace ser invocado por los hombres. Es «Jesucristo en nosotros».  Su historia, pues, no ha concluido; está abierta a nuevos horizontes, a nuevas posibilidades. La historia de Cristo continúa hoy, siempre nueva porque es nuestra historia. Y esto se concentra, de un modo particular, en la plegaria litúrgica: ahí, como dijo San Agustín, Jesucristo ora por nosotros, ora en nosotros.
E1 mayor don que Dios podía conceder a los hombres es haer que su Palabra, por quien creó todas las cosas, fuera la cabeza de ellos, y unirlos a ella como miembros suyos, de ma
nera que el Hijo de Dios fuera también hijo de los hombres, un solo Dios con el Padre, un solo hombre con los hombres; y as!, cuando hablamos con Dios en la oración, el Hijo está unido a nosotros, y, cuando ruega el cuerpo del Hijo, lo hace unido a su cabeza; de este modo, el único salvador de su cuerpo, nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ora por nosotros, ora en nosotros, y al mismo tiempo es a él a quien dirigimos nuestra oración.
Ora por nosotros, como sacerdote nuestro; ora en nosotros, como cabeza nuestra; recibe nuestra oración, como nuestro Dios.
Reconozcamos, pues, nuestra propia voz en él y su propia voz en nosotros. Y, cuando hallemos alguna afirmación referente al Señor Jesucristo, sobre todo en las profecías, que nos parezca contener algo humillante e indigno de Dios, no tengamos reparo alguno en atribuírsela, pues él no tuvo reparo en hacerse uno de nosotros.
A él sirve toda creatura, porque por él fue hecha toda creatura, y, por esto, contemplamos su sublimidad y divinidad cuando escuchamos: Ya al comienzo de las cosas existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios; ya al principio estaba ella con Dios; por ella empezaron a existir todas las cosas, y ninguna de las que existen empezó a ser sino por ella. Pero los que contemplamos esta divinidad del Hijo de Dios, que supera y trasciende de modo absoluto a toda creatura, por sublime que sea, lo oímos también, en otros lugares de la Escritura, gimiendo y suplicando, como si se reconociera reo de algo.
Y dudamos en atribuirle estas expresiones por el hecho de que nuestra mente, que acaba de contemplarlo en su divinidad, se resiste a descender hasta su abajamiento, y le parece que le
hace injuria al admitir unas expresiones humanas en aquel a quien acaba de dirigir su oración como Dios; y, así, duda muchas veces y se esfuerza en cambiar el sentido de las palabras; y lo único que encuentra en la Escritura es el recurso a él, para no errar acerca de él.
Por tanto, que nuestra fe esté despierta y vigilante; y démonos cuenta de que aquel mismo que contemplábamos poco antes en su condición de Dios tomó la condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte corno hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte; y, clavado en la cruz, quiso hacer suyas las palabras del salmo: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Por tanto, oramos a él por su condición de Dios, ora él por su condición de siervo; por su condición divina es creador, por su condición de siervo es creado, habiendo asumido él, inmutable, a la creatura mudable, y haciéndonos a nosotros con él un solo hombre, cabeza y cuerpo. Así, pues, oramos a él, por él y en él; hablamos con él y él habla en nosotros.

Indulgencias en Semana Santa

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Fuente: encuentra.com

Durante el santo Triduo Pascual podemos ganar para nosotros o para los difuntos el don de la Indulgencia Plenaria si realizamos algunas de las obras establecidas por la Santa Sede.





Presten mucha atención a estos actos para ganar la indulgencias plenarias. En especial a las condiciones que, para mí parecer, son fundamentales para estar puros de corazón y de alma.

Obras que gozan del don de la indulgencia pascual:

Jueves Santo

1. Si durante la solemne reserva del Santísimo Sacramento, que sigue a la Misa de la Cena del Señor, recitamos o cantamos el himno eucarístico del "Tantum Ergo" ("Adorad Postrados").
2. Si visitamos por espacio de media hora el Santísimo Sacramento reservado en el Monumento para adorarlo.

Viernes Santo

1. Si el Viernes Santo asistimos piadosamente a la Adoración de la Cruz en la solemne celebración de la Pasión del Señor.

Sábado Santo

1. Si rezamos juntos el rezo del Santo Rosario.

Vigilia Pascual

1. Si asistimos a la celebración de la Vigilia Pascual (Sábado Santo por la noche) y en ella renovamos las promesas de nuestro Santo Bautismo.

Condiciones:

Para ganar la Indulgencia Plenaria además de haber realizado la obra enriquecida se requiere el cumplimiento de las siguientes condiciones:

a. Exclusión de todo afecto hacia cualquier pecado, incluso venial.
b. Confesión sacramental.
c. Comunión eucarística y
d. Oración por las intenciones del Sumo Pontífice.

Estas condiciones pueden cumplirse unos días antes o después de la ejecución de la obra enriquecida con la Indulgencia Plenaria; pero conviene que la comunión y la oración por las intenciones del Sumo Pontífice se realicen el mismo día en que se cumple la obra.

Es oportuno señalar que con una sola confesión sacramental pueden ganarse varias indulgencias. Conviene, no obstante, que se reciba frecuentemente la gracia del sacramento de la Penitencia, para ahondar en la conversión y en la pureza de corazón.

En cambio, con una sola comunión eucarística y una sola oración por las intenciones del Santo Padre sólo se gana una Indulgencia Plenaria.

La condición de orar por las intenciones del Sumo Pontífice se cumple si se reza a su intención un solo Padrenuestro y Avemaría; pero se concede a cada fiel cristiano la facultad de rezar cualquier otra fórmula, según su piedad y devoción.

martes, 11 de marzo de 2008

5to. Martes de Cuaresma, De los Sermones de San León Magno, Papa

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Fuente: Encuentra.com

La cruz de Cristo fuente de toda bendición y origen de toda Gracia
El presente discurso de San León Magno resulta sorprendentemente actual. Nosotros reconocemos el amor cuando a quien dice amarnos, le cuesta sacrificio. Por el contrario, no podemos estar seguros de los sentimientos de aquel que nos emplea para su propio provecho. Amar es darse hasta el sacrificio de la vida y nuestra inteligencia no puede por menos que admirar la gloria de un tal sacrificio. Ésta es, cabalmente, la gloria de Cristo. La importancia está en la cruz y, sobre todo, en el motivo que le ha llevado a semejante condena. La cruz es fuente de toda bendición porque es el culmen del amor. Amar y ser correspondidos es gustoso y fácil . Amar sin ser amados, amar a los pobres, de quienes no obtendremos riada, ni siquiera agradecimiento, es muy costoso. Amar hasta darlo todo, sin reconocimiento ni agradecimiento, a quien te injuria, te burla, a quien se alegra en tu sufrimiento, es divino, es lo propio de Cristo; él, a quien damos muerte a diario, nos ama así y nos da la vida: la eterna.

Nuestro entendimiento, iluminado por el Espíritu de la verdad, debe aceptar con corazón puro y libre la gloria de la cruz, que irradia sobre el cielo y la tierra, y penetrar con su mirada interior el sentido de las palabras del Señor, cuando habla de la inminencia de su pasión: Ya ha llegado la hora en que va a ser glorificado el Hijo del hombre. Y un poco más adelante: Ahora -dice- mi alma está agitada, y ¿qué voy a decir? ¿Padre, líbrame de esta hora? ¡Pero si precisamente para esto he llegado a esta hora! Padre, glorifica a tu Hijo. Y como llegase del cielo la voz del Padre, que decía: Lo he glorificado y lo glorificaré de nuevo, Jesús, dirigiéndose a los circunstantes, dijo: No por mí, sino por vosotros se ha dejado oír esta voz. Ahora viene la condenación de este mundo; ahora el señor de este mundo va a ser arrojado fuera. Y yo, cuando sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí.

¡Oh admirable poder de la cruz! ¡Oh inefable gloria de la pasión! En ella se encuentra el tribunal del Señor, el juicio del mundo, el poder del crucificado.

Atrajiste a todos hacia ti, Señor, a fin de que el culto de todas las naciones del orbe celebrara, mediante un sacramento pleno y manifiesto, lo que se realizaba en el templo de Judea sólo como sombra y figura.

Ahora, en efecto, es más ilustre el orden de los levitas, más alta la dignidad de los ancianos, más sagrada la unción de los sacerdotes; porque tu cruz es la fuente de toda bendición, el origen de toda gracia; por ella, los creyentes reciben, de la debilidad, la fuerza, del oprobio, la gloria, y, de la muerte, la vida. Ahora, asimismo, abolida la multiplicidad de los antiguos sacrificios, la única oblación de tu cuerpo y sangre lleva a su plenitud los diferentes sacrificios carnales; porque tú eres el verdadero Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo; y así, en tu persona, llevas a la perfección todos los misterios, para que todos los pueblos constituyan un solo reino, del mismo modo que todas las víctimas ceden el lugar al único sacrificio.
Confesemos, pues, hermanos, lo que la voz del bienaventurado maestro de las naciones, el apóstol Pablo, confesó gloriosamente: Sentencia verdadera y digna de universal adhesión es ésta: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores.

En efecto, tanto más admirable es la misericordia de Dios para con nosotros, cuanto que Cristo murió, no por los justos o los santos, sino por los pecadores y los injustos; y, como era imposible que la naturaleza divina experimentase el aguijón de la muerte, tomó, naciendo de nosotros, una naturaleza que pudiera ofrecer por nosotros.

Ya mucho antes amenazaba a nuestra muerte con el poder de su propia muerte, diciendo por boca del profeta Oseas: Oh muerte, yo seré tu muerte; país de los muertos, yo seré tu aguijón. Al morir, en efecto, se sometió al poder del país de los muertos, pero lo destruyó con su resurrección; sucumbiendo al peso de una muerte que no hacía excepción, la convirtió de eterna en temporal. Porque lo mismo que en Adán todos mueren, en Cristo todos serán llamados de nuevo a la vida.

sábado, 8 de marzo de 2008

El Sacramento de la Eucaristía, Parte III

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Fuente: es.catholic.net

Autor: Cristina Cendoya de Danel

"Yo soy el pan de vida bajado del Cielo...
Si uno come de este pan vivirá para siempre, pues el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo..."

 

 

 

La Eucaristía como sacramento

Sentido de la Eucaristía como Sacramento:

Naturaleza

La eucaristía es el sacramento en el cual bajo las especies de pan y vino, Jesucristo se halla verdadera, real y substancialmente presente, con su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad.
Se le llama el “sacramento por excelencia”, porque en él se encuentra Cristo presente, quien es fuente de todas las gracias. Además, todos los demás sacramentos tienden o tienen como fin la Eucaristía, ayudando al alma para recibirlo mejor y en la mayoría de las veces, tienen lugar dentro de la Eucaristía.
A este sacramento se le denomina de muchas maneras dada su riqueza infinita. La palabra Eucaristía quiere decir acción de gracias, es uno de los nombres más antiguos y correcto porque en esta celebración damos gracias al Padre, por medio de su Hijo, Jesucristo, en el Espíritu y recuerda las bendiciones judías que hacen referencia a la creación, la redención y la santificación. (Cfr. Lc. 22, 19)

  • Es el Banquete del Señor porque es la Cena que Cristo celebró con sus apóstoles justo antes de comenzar la pasión. (Cfr. 1 Col 11, 20).
  • Fracción del pan porque este rito fue el que utilizó Jesús cuando bendecía y distribuía el pan, sobre todo en la Última Cena. Los discípulos de Emaús lo reconocieron – después de la resurrección – por este gesto y los primeros cristianos llamaron de esta manera a sus asambleas eucarísticas. (Cfr. Mt. 26, 25; Lc. 24, 13-35; Hech. 2, 42-46).
  • También, se le dice asamblea eucarística porque se celebra en la asamblea –reunión - de los fieles.
  • Santo sacrificio, porque se actualiza el sacrificio de Cristo. Es memorial de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
  • Comunión, porque es la unión íntima con Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre.
  • Didaché, es el sentido primero de la “comunión de los santos” que se menciona en el símbolo de los Apóstoles.
  • Misa, posee un sentido de misión, llevar a los demás lo que se ha recibido de Dios en el sacramento. Usada desde el siglo VI, tomada de las últimas palabras “ite missa est".

     

    Institución

    En el Antiguo Testamento encontramos varias prefiguraciones de este sacramento, como son:

  • El maná, con que se alimentó el pueblo de Israel durante su peregrinar por el desierto. (Cfr. Ex. 16,) .
  • El sacrificio de Mequisedec, sacerdote que en acción de gracias por la victoria de Abraham, ofrece pan y vino. (Cfr. Gen. 14, 18).
  • El mismo sacrificio de Abraham, que está dispuesto a ofrecer la vida de su hijo Isaac. (Cfr. Gen. 22, 10).
  • Así como, el sacrificio del cordero pascual, que libró de la muerte al pueblo de Israel, en Egipto. (Cfr. Ex. 12).
    Igualmente, la Eucaristía fue mencionada - a manera de profecías – en el Antiguo Testamento por Salomón en el libro de los Proverbios, donde le ordena a los criados a ir para comer y beber el vino que les había preparado. (Cfr. Prov. 9,1). El profeta Zacarías habla del trigo de los elegidos y del vino que purifica.
    El mismo Cristo – después de la multiplicación de los panes – profetiza su presencia real, corporal y sustancial, en Cafarnaúm, cuando dice: “Yo soy el pan de vida …… Si uno come de este pan vivirá para siempre, pues el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo”. (Jn. 6, 32-34;51)
    Cristo, sabiendo que había llegado su “hora”, después de lavar los pies a sus apóstoles y de darles el mandamiento del amor, instituye este sacramento el Jueves Santo, en la Última Cena (Mt. 26, 26 -28; Mc. 14, 22 -25; Lc. 22, 19 - 20). Todo esto con el fin de quedarse entre los hombres, de nunca separarse de los suyos y hacerlos partícipes de su Pasión. El sacramento de la Eucaristía surge del infinito amor de Jesucristo por el hombre.
    El Concilio de Trento declaró como verdad de fe, que la Eucaristía es verdadero y propio sacramento porque en él están presente los elementos esenciales de los sacramentos: el signo externo; materia (pan y vino) y forma; confiere la gracia; y fue instituido por Cristo.
    Cristo deja el mandato de celebrar el Sacramento de la Eucaristía e insiste, como se puede constatar en el Evangelio, en la necesidad de recibirlo. Dice que hay que comer y beber su sangre para poder salvarnos. (Jn. 6, 54).
    La Iglesia siempre ha sido fiel a la orden de Nuestro Señor. Los primeros cristianos se reunían en las sinagogas, donde leían unas Lecturas del Antiguo Testamento y luego se daba lugar a lo que llamaban “fracción del pan”, cuando fueron expulsados de las sinagogas, seguían reuniéndose en algún lugar una vez a la semana para distribuir el pan, cumpliendo así el mandato que Cristo les dejó a los Apóstoles.
    Poco a poco se le fueron añadiendo nuevas lecturas, oraciones, etc. hasta que en 1570 San Pío V determinó como debería ser el rito de la Misa, mismo que se mantuvo hasta el Concilio Vaticano II.

    En el próximo articulo se verá a la Eucaristía como Sacrificio

  • viernes, 7 de marzo de 2008

    El Sacramento de la Eucaristía, Parte II

    Santisimo Sacramento

    "A cualquier alma que visita a Jesús en el Santísimo Sacramento le dice este Señor: «Alma que me visitas, levántate de tus miserias, pues estoy aquí para enriquecerte de gracias. Date prisa, llega a mi, no temas mi majestad, porque está humillada en este Sacramento, para apartar de ti el miedo y darte toda confianza»"

    San Alfonso Mª. de Ligorio
    Visitas al Stmo. Sacramento, 8

    El Santísimo Sacramento del Altar

    En esta segunda parte nos vamos a centrar en el Jesús Sacramentado. Que cosa más linda que sentarse, mirar a Cristo y conversar con él, adorarlo, alabarlo y amarlo.

    Sentarse en el sagrario cuando uno llega a la Iglesia, saludar al Señor, sentarse y ponerse a conversar con él es como tratar con un amigo o con alguna otra persona. A diferencia que el Señor nos ama incondicionalmente y tiene un océano de misericordia por nuestros pecados, siempre y cuando nosotros reconozcamos los pecados cometidos y que él es Nuestro Salvador.

    ¿Por qué tenemos que ir a ver a Cristo Sacramentado, si en verdad, es un pedazo de agua y harina?

    Primero, si somos verdaderamente creyentes, sabemos que eso no es simplemente un pedazo de agua y harina, sino que es el Cuerpo de Cristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del Mundo. Y más deberíamos tener la certeza que esta presente en el Santísimo Sacramento.

    Las razones son:

    1) He de visitar a Jesús, mi Salvador, porque está presente en el Santísimo Sacramento, como mi Dios y Señor, y por lo tanto le debo adoración y homenaje de sumisión.

    2) He de visitar a menudo a Jesús, mi Salvador, porque el Corazón de Jesús que por mi fue traspasado en la cruz, late en el altar y desea que le ame.

    3) He de visitar a Jesús, mi Salvador en el Santísimo Sacramento, porque de esta manera doy la mayor alegría a María, mi queridísima Madre, a San José y a todos los ángeles y santos del cielo, que sin cesar adoran a Jesús Sacramentado.

    4) He de visitar frecuentemente a Jesús. mi Salvador en el Santísimo Sacramento, porque es un acto meritorio y una profesión pública de mi fe.

    5) He de visitar frecuentemente a Jesús Sacramentado, mi Salvador, porque el Señor ha reservado gracias especiales para los que le visitan. En el altar el Señor es puro amor, y distribuye sus gracias a manos llenas a los que le visitan.

    6) He de visitar frecuentemente a Jesús en el Santísimo Sacramento, porque de este modo puedo resarcir las injurias del género humano, especialmente los sacrilegios, y la frialdad de tantos cristianos.

    7) He de visitar frecuentemente a Jesús Sacramentado, mi Salvador, porque allí Jesús, me enseña la humildad, la obediencia, el amor, en una palabra: el espíritu de sacrificio, que tanto nos falta para el fiel cumplimiento de nuestro deberes de estado.

    8) He de visitar a menudo a Jesús Sacramentado, porque de este modo puedo ayudar a las pobres almas del purgatorio.

    9) He de visitar a menudo a Jesús Sacramentado, porque Dios es el mejor pagador, que remunera cada sacrificio que por El hacemos.

    10) He de visitar a Jesús en el Santísimo Sacramento del altar, porque de este modo me preparo mejor para mi adoración que he de dar a Dios por toda la eternidad en el cielo.

    El sacerdote de mi parroquia, el Padre Samuel, nos dice que antes de la misa ir a sentarse al sagrario y conversar con Cristo, y si esta presente en el Santísimo Sacramento, aún más porque ahí se encuentra aún más presente.

    ¿Qué beneficios tiene ir a ver a Jesús Sacramentado? Muchas, hay unas tangibles y otras espirituales. Las primeras son más bien consejos que a través de su palabra (en la Eucaristía) nos dice cuando estamos con alguna dificultad. A mí muchas veces he ido a conversar con él y siempre encuentro la respuesta en su palabra que nos dice el presbítero en misa. Pero, para mí, el beneficio mayor de esto es que con cada ida y con el tiempo que estamos frente a él nuestra fe crece mucho y uno ama mucho más a Cristo, nos ayuda a salir de la iglesia mucho más tranquilo y en paz. Pero no solamente hay que conversar con él sacramentado (que es lo más importante) porque también, creo yo, se puede conversar con él en otros lugares; por ejemplo, en una plaza, caminando hacia algún lugar, antes de dormir, etc. Pero nada es más intenso y bonito que estar frente al Santísimo Sacramento del Altar.

    En el próximo articulo sobre el Sacramento de la Eucaristía, se enfocara en La Eucaristía, sacramento y sacrificio, un articulo de tengoseddeti.org.

    La Creación de los ángeles

    Antes de seguir con los artículos sobre los ángeles custodios o ángeles de guardia, voy a poner un articulo de Ricardo Sada Fernández, que habla sobre la creación de los ángeles

    0425-0032_angel_custodio ¿Se debe creer en la existencia de los ángeles? ¿Son un invento del cristianismo? Conoce la enseñanza de la fe católica al respecto.

    En el lenguaje común decimos que tal pintura es una gran creación artística, o que la modista famosa presentará sus “creaciones” del verano. Emplear aquí tal concepto es hacerlo de modo impropio, pues “crear” es, estrictamente “hacer algo de la nada”, sin tener antes ninguna clase de elemento previo.

    Esta definición de creación puede prestarse a equívocos. La “nada” no es “algo” de lo que se sacan las cosas. La creación consiste en producir un efecto con independencia de cualquier sujeto pre-existente, es decir, en producir todo el ser de una cosa. Y para ello se requiere un poder infinito: sólo Dios es capaz de crear.
    Que para crear se requiere poder infinito puede verse en el siguiente ejemplo. Un mal cocinero (quizá el que esto lee) necesitará de muchos ingredientes para hacer una comida aceptable. Una cocinera con saber culinario -por ejemplo, una madre experimentada- quizá prepare ricos platillos con muy pocos medios. Pero nadie podrá jamás hacer algo comestible si no cuenta con nada para hacerlo. El más famoso Chef no podrá complacernos en el desierto del Sahara. De ahí que para sacar algo de la nada -y eso es crear- es preciso el poder infinito de Dios.

    Por otra parte Dios, al crear, no sólo llama las cosas a la existencia y acto seguido las abandona a su suerte. No. Si eso aconteciera, aunque fuera por un segundo, todo desaparecería, volvería a la nada de donde salió. Dios conserva a todo lo creado en la existencia, lo mantiene en el ser. A esta acción de Dios los teólogos la llaman, y con razón, creación continuada. Dios está al lado, y del modo más íntimo que nos podamos imaginar, de todas y cada una de sus criaturas.

    Los ángeles

    Lo primero que Dios creó fue lo más perfecto y parecido a Él: los ángeles. Un ángel es un espíritu como lo es Dios, es decir, un ser con inteligencia y voluntad, pero sin cuerpo, sin dependencia alguna de la materia.

    El hombre moderno no afirma la existencia de los ángeles. Tampoco la niega. Simplemente la ignora. No se atreve a hablar de su existencia por miedo a que los demás lo consideren como niño que cree en la cigûeña o en Santa Claus. En el fondo piensa que los demás pueden sospechar que, si afirma creer en los ángeles, no se comporta como adulto, no es del todo razonable y serio.
    Sin embargo, por extraño que pueda parecer, sólo recientemente ha ocurrido esto. Los descubrimientos antropológicos muestran que la existencia de los ángeles se daba por supuesta desde la más remota prehistoria, en los albores de la vida humana en la Tierra. La creencia en seres espirituales superiores al hombre e inferiores a Dios era entonces universal. A veces, esos espíritus eran buenos y otros malos, y se les unía a distintas cosas que ellos vivificaban -los ríos, los bosques, los animales, las montañas...-, pero sus características eran constantes: inmaterialidad, poder, mediación entre el hombre y la divinidad...

    Cuando el hombre comenzó a escribir la historia en ese libro todavía inacabado, lo llenó de seres que tenían esas mismas características, fueran ángeles, espíritus o semidioses. Las mitologías griega y romana, por ejemplo, muestran que el pueblo creía en su existencia. Pero no era sólo el pueblo ignorante el que creía en ellos; los filósofos no eran ajenos a esa creencia universal. Tales de Mileto y Pitágoras los colocaban en los umbrales del ámbito divino, Sócrates conversaba familiarmente con uno de ellos y Platón y sus discípulos llenaron el mundo con inteligencias puras o dioses secundarios. Aristóteles, por su parte, creía que eran quienes movían los cuerpos celestes. Otro tanto podemos decir de las civilizaciones y literaturas nórdica, eslava, maya u oriental. Todo lo anterior indica que los ángeles no constituyen un invento del cristianismo.

    Prescindiendo de los relatos populares, de la mitología y de la filosofía, y volviendo a la Historia, nos encontramos con que el libro de la antigüedad cuya autenticidad ha sido más ampliamente corroborada, la Biblia, habla de los ángeles en casi todas sus páginas. Ángeles fueron los que detuvieron la mano de Abraham cuando iba a sacrificar a su hijo, los que mataron a los primogénitos de los egipcios, los que condujeron a la victoria a los Macabeos... Y en el Nuevo Testamento, un ángel fue quien se apareció a Zacarías, y a una doncella de Nazareth en Galilea, y a su esposo en sueños... Jesús mismo, el Hijo de Dios, fue servido por los ángeles en el desierto y confortado por uno de ellos en el Huerto de los Olivos, durante su agonía. Y luego, a lo largo de los siglos, los ángeles aparecen innumerables veces en la vida de los santos, incluso hasta nuestros días.

    Una creencia tan duradera y universal merece algo más que desprecio. Es algo muy importante como para tratar de quitárselo de encima como un engorroso abrigo. Lo menos que se puede hacer es tratar de explicarlo.

    Desde el punto de vista de la fe católica, la explicación está en la revelación divina, la cual encuentra su confirmación en datos de razón que nos sería muy largo examinar. Baste decir que la revelación es, desde luego, la mejor manera de saber algo de los ángeles, ya que es la misma palabra de Dios, El cual no puede engañarse ni engañarnos y que es, además, la primera causa de todo.
    Así pues, existen esas sustancias espirituales superiores que llamamos ángeles. Ahora bien, ¿como son? ¿Qué forma tienen?... Lo único que puede hacer la razón, en este caso, es proceder por eliminación. Está claro que no son seres gigantescos cuya fortaleza haría que los hombres parecieran alfeñiques; no, no hay tamaño en los ángeles, porque no tienen nada material. Tampoco tienen una forma determinada, porque la forma está definida por la materia.
    Por ello nos resulta difícil concebirlos --y más aún imaginarlos--, ya que nuestra mente está íntimamente unida a lo material. Si decimos que son sustancias espirituales o formas subsistentes, enseguida nos imaginamos un fantasma, un vago perfume o una brisa suave. Pero no, no son "imaginables". Entonces, ¿por qué aparecen con cuerpos en la Sagrada Escritura? Uno estuvo a las puertas del Paraíso espada en mano, otros fueron huéspedes de Abraham, el arcángel Rafael apareció como compañero de viaje de Tobías. Tenían, pues, cuerpos. ¿Cómo se hicieron con ellos?... Evidentemente no eran suyos, y por tanto tuvieron que tomarlos, asumirlos de alguna manera, como un hombre que alquila un smoking para asistir a una fiesta. Ahora bien, en cuanto a cómo lo obtuvieron es un misterio. Lo único que se puede apuntar es que tal vez fueran una mera apariencia, no cuerpos auténticos, pues, dado su poder, no necesitaban robarlos ni pedirlos prestados. Santo Tomás insinúa que tal vez utilizaran como material aire comprimido, pero es posible cualquier otra explicación.

    La belleza de las criaturas es una imagen imperfecta de la belleza de Dios quien, al crearlas, quiso que la renegaran de alguna manera. Cuanto más perfectas sean esas criaturas, mejor reflejarán la belleza divina; y tos ángeles, los seres creados más perfectos que existen, la reflejan mejor que nadie. Por ello, quien se dedica a la búsqueda de la bondad y belleza de Dios, nunca dejará de considerar y de amar a estas criaturas que, como ninguna otra, son los más perfectos espejos de esa belleza y de esa bondad

    jueves, 6 de marzo de 2008

    El Sacramento de la Eucaristía, Parte I

    Host

     

     

    “Quien come mi Carne y bebe mi Sangre permanece en mí y yo en él” (Juan 6,56)

     

     

     

     

     

     

    Hoy fui a la casa de mi mejor amiga a verla y compartir con ella durante el día y al final nos pusimos a conversar sobre la iglesia y las misas. Yo se que ella no esta todavía en plenitud de corazón y alma a aceptar a Cristo Jesús dentro de ella como yo quisiera, pero es algo paulatino, yo sé que derrepente se va a convertir al 100% pero ahora como dice Jesús le entregó el mensaje, y como decía él;

    "Por eso les hablo por parábolas: porque miran no ven, y cuando oyen, no escuchan, ni entienden. De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo:
    Oirán, pero no entenderán, y, por más que miren, no verán.

    Porque este pueblo ha endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y taponado sus oídos. Con el fin de no ver, ni de oír, ni de comprender con el corazón. No quieren convertirse ni que yo los salve"(Mt 13, 13-15)

    Hay dos frases que explican el alejamiento de la gente del verdadero camino de Cristo Jesús. Una es "Porque este pueblo ha endurecido su corazón". En estos tiempos los corazones de todo el mundo se convirtieron en piedra, la confianza es muy poca para no decir que no hay confianza. La verdadera amistad es muy rara y el amor a Dios y a su Hijo es muy egoísta, porque quieren que Dios dé pero ellos no dan.

    Y la otra "No quieren convertirse ni que yo los salve" porque no quieren seguir "reglas" no quieren someterse al Padre Eterno y buscan destruir la Esposa de Cristo, la Iglesia.

    Volviendo a nuestro tema, se estarán preguntando ¿Qué tiene que ver la Eucaristía con lo que he dicho anteriormente? Mucho, porque este es el sacramento que nos une con Cristo, es el Banquete del Señor, donde escuchamos la palabra de él y por medio del sacerdote que es inspirado por el Espíritu Santo, nos ayudan a entender lo que dijo y a incorporarlo a nuestro corazón y alma, para amar aún más a nuestro Salvador.

    La Eucaristia, nos lo dijo muy claro en aquel discurso de Cafarnaum, donde prometió dejarnos su cuerpo como alimento:
    “Si alguno come este pan vivirá eternamente; y el Pan que yo le daré es mi Carne para la vida del mundo” (Juan 6,51)
    “Quien come mi Carne y bebe mi Sangre permanece en mí y yo en él” (Juan 6,56)

    En el Cenáculo, aquel memorable Jueves Santo, instituye este maravilloso misterio de quedarse hecho pan; “Tomo pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: “Tomad y Comed esto es mi Cuerpo...”y tomando el cáliz: “Bebed todos de él pues esta es mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por todos para la remisión de los pecados”(Mateo, 26, 26-28)

    Lo creemos porque el mismo Jesús lo dejó claro. Así lo dice un antiguo escritor cristiano, San Cirilo de Jerusalén: “Puesto que el mismo Cristo anunció y dijo del pan: esto es mi Cuerpo, ¿Quién se atreve a dudar?”. Y así lo han creído todos los fieles desde la época apostólica hasta nuestros días, como bien lo recoge el reciente Catecismo de la Iglesia Católica en el número 1374: “Jesucristo está verdadera, real y substancialmente con su Cuerpo, con su Sangre, con su Alma y con su Divinidad”

    Alguien podría decir: nada veo en la Eucaristía, ni nada siento. Y, le podríamos responder: cuando el cielo está nublado, no veo el sol, ¿señal de que no existe?. O, no siento que la tierra está girando, ¿señal de que está parada?

    La Eucaristía es un misterio de Amor que sólo parece imposible a aquel que no cree que Jesucristo es Dios, Creador y Señor omnipotente del universo.